Oprima- el número del capítulo que usted desea estudiar
      
      
       
      
                                  1-2     
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                                3     4    5   |        6-7   
                                8-9   
                                10-12    
                                13-15    
                                16-18   
                                19-21   
                                22-24       25-28
                                
         
      
      
        Después de leer cada capítulo, por favor responda las 
        preguntas de estudio relacionadas.
                                 
                                Capítulo
                                3
                                
                                
        
          
          | Mayo  4 - 
          Hechos 3 | 
        
          
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              3:1
          
                                
                                
                                
              
              Pedro y Juan subían 
              juntos al templo a la hora novena, la de la oración.     
              2 Y era traído un hombre cojo de 
              nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se 
              llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en 
              el templo.     
              3 Este, cuando vio a Pedro y a 
              Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen 
              limosna.     
              4 Pedro, con Juan, fijando en él 
              los ojos, le dijo: Míranos.     
              5 Entonces él les estuvo atento, 
              esperando recibir de ellos algo.     
              6 Mas Pedro dijo: No tengo plata 
              ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de 
              Nazaret, levántate y anda.     
              7 Y tomándole por la mano derecha 
              le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos;     
              8 y saltando, se puso en pie y 
              anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y 
              alabando a Dios.     
              9 Y todo el pueblo le vio andar y 
              alabar a Dios.     
              10 Y le reconocían que era el que 
              se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y 
              se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.   11 
              Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, 
              todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama 
              de Salomón.     
              12 Viendo esto Pedro, respondió 
              al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o 
              por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o 
              piedad hubiésemos hecho andar a éste?     
              13 El Dios de Abraham, de Isaac y 
              de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo 
              Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, 
              cuando éste había resuelto ponerle en libertad.     
              14 Mas vosotros negasteis al 
              Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, 
                  
              15 y matasteis al Autor de la 
              vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual 
              nosotros somos testigos.     
              16 Y por la fe en su nombre, a 
              éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y 
              la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en 
              presencia de todos vosotros.     
              17 Mas ahora, hermanos, sé que 
              por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes.
                  
              18 Pero Dios ha cumplido así lo 
              que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su 
              Cristo había de padecer.     
              19 Así que, arrepentíos y 
              convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que 
              vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,     
              20 y él envíe a Jesucristo, que 
              os fue antes anunciado;     
              21 a quien de cierto es necesario 
              que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas 
              las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que 
              han sido desde tiempo antiguo.     
              22 Porque Moisés dijo a los 
              padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre 
              vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que 
              os hable;
                  
              23 y toda alma que no oiga a 
              aquel profeta, será desarraigada del pueblo.
                  
              24 Y todos los profetas desde 
              Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado 
              estos días.     
              25 Vosotros sois los hijos de los 
              profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo 
              a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la 
              tierra.    
              26 A vosotros primeramente, Dios, 
              habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a 
              fin de que cada uno se convierta de su maldad.
             | 
      
                                
                                
                                
                                
                                
          
          
                                
                                 
                                
                                  - 
                                    ¿A dónde iban Pedro y Juan cuando se encontraron con el hombre cojo? (1)  
                                    
                                 
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                                    ¿Cuánto
                                tiempo el hombre había estado cojo? (2, 4:22)  
                                    
                                 
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                                    ¿Cada
                                cuánto tiempo traían al hombre cojo a la
                                puerta? (2)  
                                    
                                 
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                                    ¿Qué fue lo que el hombre cojo pidió? (3,5)  
                                    
                                 
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                                    ¿Qué
                                fue lo que Pedro y Juan le dijeron al hombre
                                cojo? (4,6)  
                                    
                                 
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                                    ¿Qué
                                palabra describe lo pronto que ocurrió la
                                sanación del hombre cojo? (7)  
                                    
                                 
- 
                                    ¿Cómo
                                reaccionó el hombre cuando fue sanado? (8)  
                                    
                                 
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                                    ¿Cuál
                                fue la reacción de aquellos que observaron la
                                sanidad? (9-11)  
                                    
                                 
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                                    ¿Qué
                                impresión falsa tenía que corregir Pedro? (12)
                                 
                                    
                                 
- 
                                    ¿Qué fue lo que Pedro declaró que era la fuente del poder de
                                la sanidad? (13-16)  
                                    
                                 
- 
                                    ¿Cuál
                                era el pensar de aquellos que crucificaron al Señor?
                                (17, Lucas 23:24, I Corintios 2:8)  
                                    
                                 
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                                    ¿Qué
                                le dijo Pedro a la gente que hiciera? (19)  
                                    
                                 
- 
                                    ¿Qué
                                es lo que muestra que Jesús es el único camino
                                de salvación? (23) 
                                 
  
                                
                                Preguntas
                                de Discusión para el Capítulo 3 
                                
                                  
                                
                                
                                  - 
                                    ¿Es posible que Pedro y Juan hayan pasado al hombre cojo muchas
                                veces antes del día de su sanidad?  
                                
                                 
- 
                                    ¿Muestre
                                como Pedro no se enfatizó mucho en lo que no
                                tenía, sino que puso más énfasis en lo que sí
                                t enía.  
                                 
- 
                                    ¿Cómo
                                fue Jesús igual a Moisés? 
                                 
 
                                
                                Volver arriba
                                
                                 
                                 Capítulo
                                4
                                
                                
        
          
          | Mayo   5 - 
          Hechos 4 | 
        
          
          | 
            
              
          
                                
          
              4:1
                                
                                    
              
                                
                                Hablando ellos al 
              pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la 
              guardia del templo, y los saduceos,     
              2 resentidos de que enseñasen al 
              pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos.
                  
              3 Y les echaron mano, y los 
              pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde.
                  
              4 Pero muchos de los que habían 
              oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como 
              cinco mil.     
              5 Aconteció al día siguiente, que 
              se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los 
              escribas,     
              6 y el sumo sacerdote Anás, y 
              Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de 
              los sumos sacerdotes;     
              7 y poniéndoles en medio, les 
              preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho 
              vosotros esto?     
              8 Entonces Pedro, lleno del 
              Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de 
              Israel:     
              9 Puesto que hoy se nos interroga 
              acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste 
              haya sido sanado,     
              10 sea notorio a todos vosotros, 
              y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de 
              Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó 
              de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.
                  
              11 Este Jesús es la piedra 
              reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser 
              cabeza del ángulo. 
                  
              12 Y en ningún otro hay salvación; 
              porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en 
              que podamos ser salvos.     
              13 Entonces viendo el denuedo de 
              Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del 
              vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con 
              Jesús.     
              14 Y viendo al hombre que había 
              sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en 
              contra.     
              15 Entonces les ordenaron que 
              saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí,     
              16 diciendo: ¿Qué haremos con 
              estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha 
              por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo 
              podemos negar.     
              17 Sin embargo, para que no se 
              divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de 
              aquí en adelante a hombre alguno en este nombre.     
              18 Y llamándolos, les intimaron 
              que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.
                  
              19 Mas Pedro y Juan respondieron 
              diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a 
              vosotros antes que a Dios;     
              20 porque no podemos dejar de 
              decir lo que hemos visto y oído.     
              21 Ellos entonces les amenazaron 
              y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa 
              del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había 
              hecho,     
              22 ya que el hombre en quien se 
              había hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años.
                23 
              Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que 
              los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho.     
              24 Y ellos, habiéndolo oído, 
              alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres 
              el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en 
              ellos hay;    
              25 que por boca de David tu 
              siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes,
 Y los pueblos piensan cosas vanas?
 26 Se reunieron los reyes de la 
              tierra,
 Y los príncipes se juntaron en uno
 Contra el Señor, y contra su Cristo.
    
              27 Porque verdaderamente se 
              unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, 
              Herodes 
              y Poncio Pilato, 
              con los gentiles y el pueblo de Israel,     
              28 para hacer cuanto tu mano y tu 
              consejo habían antes determinado que sucediera.     
              29 Y ahora, Señor, mira sus 
              amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu 
              palabra,     
              30 mientras extiendes tu mano 
              para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el 
              nombre de tu santo Hijo Jesús.     
              31 Cuando hubieron orado, el 
              lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del 
              Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.   32 
              Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un 
              alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino 
              que tenían todas las cosas en común.(F)
                  
              33 Y con gran poder los apóstoles 
              daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante 
              gracia era sobre todos ellos.     
              34 Así que no había entre ellos 
              ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, 
              las vendían, y traían el precio de lo vendido,     
              35 y lo ponían a los pies de los 
              apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad. 
                  
              36 Entonces José, a quien los 
              apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo 
              de consolación), levita, natural de Chipre,     
              37 como tenía una heredad, la 
              vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles. | 
      
                                
                                
                                
                                
                                
                                
                                 
                                1. ¿Cuáles eran las tres cosas que los Saduceos no
                                creían? (1,23:8)  
                                
                                
                                2. ¿Qué enseñanza de los apóstoles en particular
                                los Saduceos resentían? (2)  
                                
                                
                                3. ¿Dónde fue que los sacerdotes y los Saduceos
                                pusieron a los apóstoles? (3)  
                                
                                
                                4. ¿Cuántos de los que escucharon la palabra
                                creyeron? (4)  
                                
                                
                                5. ¿Qué pregunta le hizo el concilio a los apóstoles?
                                (7)  
                                
                                
                                6. ¿Cómo fue que Pedro explicó la sanidad del
                                hombre cojo? (8-10)  
                                
                                
                                7. ¿Cuál es el único nombre por el cual nosotros
                                somos salvos? (12) 
                                
                                8. ¿Cuál fue la reacción del concilio cuando
                                vieron el denuedo de Pedro y Juan? (13)  
                                
                                
                                9. ¿Qué fue lo que hizo el concilio para tratar de
                                detener la propagación del evangelio? (17-18,
                                21)  
                                
                                
                                10. ¿Cuál fue la respuesta de Pedro y Juan a las
                                amenazas del concilio? (19-20)  
                                
                                
                                11. ¿Qué fue lo que los apóstoles hicieron después
                                que fueron liberados por los sacerdotes? (23)  
                                
                                
                                12. ¿Qué muestra que ellos no oraron silenciosamente?
                                (24)  
                                
                                
                                13. ¿Qué muestra que ellos creían en la creación?
                                (24)  
                                
                                
                                14. ¿Qué fue por lo que ellos oraron específicamente? (29-30)
                                 
                                
                                
                                15. ¿Qué fenómeno ocurrió cuando ellos oraron?
                                (31)  
                                
                                
                                16. ¿Qué es lo que muestra lo desinteresados que
                                eran los primeros creyentes? (32-35)  
                                
                                
                                17. ¿Quién vendió su propiedad y la trajo a los
                                pies de los apóstoles? (36-37) 
                                
                                 
                                  Preguntas de
                                Discusión para el Capítulo 4 
                                
                                 
                                
                                  - 
                                    ¿Qué es un milagro “notable” y ha sido usted testigo de
                                uno?  
                                
                                 
- 
                                    ¿Debería
                                la iglesia hoy en día tener “todas las en común”?
                                 
                                
                                 
 
                                
                                Volver arriba
                                
                                 
                                Capítulo
                                5 
                                
                                
        
          
          | Mayo   6 - 
          Hechos 5 | 
        
          
          | 
            
              
          
                                
                                
          
              5:1
                                
              
              
                                
                                
                                
              Pero cierto hombre 
              llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad,     
              2 y sustrajo del precio, 
              sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a 
              los pies de los apóstoles.     
              3 Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué 
              llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y 
              sustrajeses del precio de la heredad?     
              4 Reteniéndola, ¿no se te quedaba 
              a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en 
              tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.     
              5 Al oír Ananías estas palabras, 
              cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron.
                  
              6 Y levantándose los jóvenes, lo 
              envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.     
              7 Pasado un lapso como de tres 
              horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había 
              acontecido.     
              8 Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis 
              en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto.     
              9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué 
              convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta 
              los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti.
                  
              10 Al instante ella cayó a los 
              pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron 
              muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido.     
              11 Y vino gran temor sobre toda 
              la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas.   12 
              Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y 
              prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de 
              Salomón.     
              13 De los demás, ninguno se 
              atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa 
              grandemente.     
              14 Y los que creían en el Señor 
              aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres;     
              15 tanto que sacaban los enfermos 
              a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar 
              Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.     
              16 Y aun de las ciudades vecinas 
              muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de 
              espíritus inmundos; y todos eran sanados.   17 
              Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban 
              con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos;
                  
              18 y echaron mano a los apóstoles 
              y los pusieron en la cárcel pública.     
              19 Mas un ángel del Señor, 
              abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo:     
              20 Id, y puestos en pie en el 
              templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida.     
              21 Habiendo oído esto, entraron 
              de mañana en el templo, y enseñaban.      Entre tanto, 
              vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron 
              al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y 
              enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.     
              22 Pero cuando llegaron los 
              alguaciles, no los hallaron en la cárcel; entonces volvieron y 
              dieron aviso,     
              23 diciendo: Por cierto, la 
              cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas 
              afuera de pie ante las puertas; mas cuando abrimos, a nadie 
              hallamos dentro.     
              24 Cuando oyeron estas palabras 
              el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los 
              principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello.
                  
              25 Pero viniendo uno, les dio 
              esta noticia: He aquí, los varones que pusisteis en la cárcel 
              están en el templo, y enseñan al pueblo.     
              26 Entonces fue el jefe de la 
              guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, porque 
              temían ser apedreados por el pueblo.     
              27 Cuando los trajeron, los 
              presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó,     
              28 diciendo: ¿No os mandamos 
              estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis 
              llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre 
              nosotros la sangre de ese hombre. 
                  
              29 Respondiendo Pedro y los 
              apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los 
              hombres.     
              30 El Dios de nuestros padres 
              levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un 
              madero.     
              31 A éste, Dios ha exaltado con 
              su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel 
              arrepentimiento y perdón de pecados.     
              32 Y nosotros somos testigos 
              suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado 
              Dios a los que le obedecen.     
              33 Ellos, oyendo esto, se 
              enfurecían y querían matarlos.     
              34 Entonces levantándose en el 
              concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado 
              de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los 
              apóstoles,     
              35 y luego dijo: Varones 
              israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a 
              estos hombres.     
              36 Porque antes de estos días se 
              levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número 
              como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que 
              le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada.     
              37 Después de éste, se levantó 
              Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a 
              mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían 
              fueron dispersados.     
              38 Y ahora os digo: Apartaos de 
              estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es 
              de los hombres, se desvanecerá;     
              39 mas si es de Dios, no la 
              podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.
                  
              40 Y convinieron con él; y 
              llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que 
              no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad.     
              41 Y ellos salieron de la 
              presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos 
              de padecer afrenta por causa del Nombre.     
              42 Y todos los días, en el templo 
              y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.
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